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—¿¡Cómo se te ocurre
decirle al capitán Mikoshiba, Momo!?
—¿Qué tiene de malo?
–preguntó el pequeño pelirrojo sentándose de piernas cruzadas en el suelo y
frunciendo la boca disgustado por la actitud de su senpai.
—Arrrgh, y todavía
preguntas –masculló Rin, llevándose una mano a la frente en señal de
exasperación.
No es que tuviera algo
de malo el hacer conocida su relación, era más bien que el capitán Mikoshiba
tenía una ligera tendencia sobreprotectora hacia su lindo hermanito Momotarou;
y Rin definitivamente no quería vérselas difíciles con él. Sabía bien lo intimidante
que podía ser cuando se lo proponía. Además, ése “Matsuoka, tenemos que
hablar”, no era muy reconfortante. Los nervios lo devoraban, se sentía como el
novio que va a pedir la mano de su pareja. ¿Qué se suponía que debía decirle si
le preguntaba cuáles eran sus intenciones para con Momo?: “Me gusta, y nos
entendemos, queremos ver cómo funciona algo entre nosotros”, ¡no,
definitivamente no! Mikoshiba podría interpretarlo como que no iba en serio con
su hermanito, ¡pero es que tampoco quería sonar muy formal! Apenas estaban
saliendo. De que sí, Momo le gustaba cada vez más; que en el tiempo que
llevaban juntos le había agarrado afecto; que en algún punto el aventurado “Sí,
por qué no” se había convertido en un “Sí” hecho y derecho, no le cabía duda. Pero
decirle “Voy en serio con él, no tienes de qué preocuparte” era traspasar una
línea muy peligrosa; para empezar, le sonaba demasiado solemne, tanto que
incluso temía pudiera desconcertar a Momo. Si bien, el chico fue quien le buscó
y su determinación le había dado a entender que iba en serio, lo cierto era que
no habían ahondado demasiado en el tema. Cuáles eran los alcances de su
relación y qué grado de compromiso estaban dispuestos a asumir, eran cuestiones
que permanecían en las sombras. Y para terminar, decir eso no era garantía de
la aprobación del ex-capitán.
—No creí que te fuera a
molestar tanto –reprochó el más joven de los Mikoshiba con tono enfadado
desviando su rostro del lado contrario a su senpai, el cual permanecía de pie
recargado de espaldas en la litera.
Momo simplemente no
había podido contener su emoción. Se la pasaba hablando de Rin, de lo genial
que era, de lo feliz que estaba de poder nadar con él, de que fuera su capitán,
de lo bien que se la pasaban fuera de la escuela (porque aunque no le decía
precisamente a Seijuurou que sus salidas eran en realidad citas, sí le contaba
cuando iban al cine o a tomar un helado y demás). En una de tantas de dichas
conversaciones el ex-capitán del equipo Samezuka le hizo la pregunta que
rondaba por su cabeza desde hacía tiempo.
—Momotarou, ¿podría ser
que te guste Matsuoka? –en un principio se había percatado de que Momo al igual
que él había caído ante la lindura de Gou-kun. Sin embargo, al paso del tiempo
las menciones admirativas hacia Gou fueron escaseando, mientras que aquellas
hacia Rin aumentaron.
Momo confuso ante la
pregunta no se resolvió de inmediato a confesarle que su senpai le traía
colgando de un ala, no sabía bien con qué palabras dar forma al revoloteo que
tenía lugar en él. En cambio comenzó a hacer unos sonidos guturales muy raros,
pero que Mikoshiba conocía a la perfección, y sólo podían significar una cosa:
no sabía cómo decirle que había acertado. “Respira profundo”, se dijo, para
luego volver a dirigirse a su hermanito —¿Y Matsuoka lo sabe? –De tenerse
frente a frente, Momo hubiese notado de inmediato el amenazador brillo en los
ojos que su hermano mayor lucía, y éste a su vez, hubiese reparado en la
cándida excitación que envolvía al pequeño pelirrojo.
—¡Claro que lo sabe! ¡Estamos
saliendo! –la estridente voz que salía del auricular le golpeó con descomunal
fuerza. Esas dos últimas palabras llenas de desbordante entusiasmo reverberaron
implacables en su cabeza:
“¡Estamos saliendo!”
“¡Estamos saliendo!”
—Están saliendo… –pronunció,
arrastrando las silabas.
—¡Sí! ¡Es asombroso! Un
día después de prácticas me dije “no tiene caso esperar más, le diré que me
gusta” y así esperé hasta que no hubiera nadie-
Sordo al eufórico
parloteo de su hermano menor, le interrumpió anunciándole que debía colgar. No
sabía los detalles y tampoco deseaba saberlos, pero ése Matsuoka le tendría que
rendir cuentas cara a cara. Consciente de lo atolondrado que Momo llegaba a ser
–pero inconsciente de su propio atolondramiento, como suele pasar–, era su
deber velar por su bien y aunque sabía que Rin a pesar de sus arranques y su
fijación por Nanase, era un buen chico, necesitaba cerciorarse de sus
intenciones respecto a Momotarou. Sin demora buscó el número de su antiguo
compañero de nado en su lista de contactos y le llamó.
—Matsuoka, tenemos que
hablar –fue lo primero que salió de su boca tan pronto aquél atendió la
llamada.
—¿Capitán Mikoshiba?
¿Qué sucede? –inquirió Rin, desorientado ante el tono severo del otro.
—Acabo de hablar con
Momotarou y me ha contado lo de ustedes. Éste fin de semana te quiero en la
estación cercana a Samezuka –y así, sin esperar confirmación colgó, dejándole
en claro que se trataba de una orden irrevocable.
De ése modo fue que la
pareja de pelirrojos llegó a iniciar la conversación relatada al principio.
Ya llevaban unas semanas
saliendo; en un comienzo no todo marchó sobre ruedas. La comunicación entre
ambos dejaba mucho que desear. Momo a menudo se encontraba como en su propio
mundo, entendiéndose él solo, dejando a Rin con cara de “¿¡HA!?” gracias a su
descuidada forma de decir las cosas o a sus intervenciones random que nada
tenían que ver con lo que venían hablando. A pesar de sus torpezas; su
desbordante entusiasmo, su compromiso y empeño, así como su naturalidad sin pizca
alguna de afectación, hicieron que Rin, de carácter impaciente, se tomara su
tiempo para asomarse a su mundo y encantarse con él. Seguía sin comprender muy
bien lo que pasaba por esa cabecita liviana, pero no le apuraba hacerlo, quería
irlo descubriendo poco a poco; tiempo tenían de sobra. Y es que ya consideraba
a Momo una constante en su vida.
Por su parte, Momo
tampoco entendía muy bien lo que pasaba por su cabecita o por su corazón, sólo
estaba consciente de sentir un caos en su interior, un caos que lo revolvía
todo de pies a cabeza con sólo pensar en su senpai, a veces sentía que el pecho
le iba a estallar cuando le veía imponente frente al equipo dando direcciones.
Y cuando se encontraban solos no cabía en sí de felicidad, tanto que sin darse
cuenta hablaba sin ton ni son. Cuanto más tiempo pasaba con Rin, más cosas le
gustaban de él. Era temperamental, pero también amable; parecía indiferente a
muchas cosas pero se entregaba con gran dedicación a sus sueños y metas; podía
aparentar frialdad a simple vista, pero su compañía, su contacto, su sonrisa y
su mirar en realidad eran cálidos. Si bien las cosas todavía no marchaban sobre
ruedas para ellos, se las arreglaban.
Tras un corto silencio,
Rin, viendo el adorable puchero de su compañero, quien comenzaba a enfurruñarse
con él, suavizó enseguida su ceño que antes permanecía fruncido de irritación.
—Momo –le llamó. En
cuanto éste se volteó, un tanto renuente, hacia él, se acomodó de cuclillas a su lado y le plantó un tierno beso–,
no estoy molesto. Sólo me tomó desprevenido lo de la entrevista con tu hermano–
explicó.
—¿En serio? –insistió,
con las mejillas tenuemente coloreadas de rosa y sin abandonar por completo el
puchero. El beso de su senpai, aunque breve, le había acelerado su atrabancado
corazón; pero no se contentaría tan fácilmente. ¿Cuál era el gran lío? Si bien
no le gustaba que su hermano se entrometiera en su relación –no había
necesidad, sabía lo que hacía– tampoco era para que Rin se lo tomara tan mal.
La sospecha de si en verdad su senpai se estaba tomando lo suyo en serio surgió
por primera vez.
—Es obvio –contestó
mirándolo cariñosamente, y dejando entrever sus afilados dientes–, además tarde
o temprano tendría que enterarse, no es algo que podamos mantener oculto
eternamente –añadió alborotándole su naranjosa cabellera.
Los ojos del menor de
los Mikoshiba centellearon de alegría. “Eternamente”, eso dijo. No era tan
cabezota para tomarse literalmente la expresión, pero sabía que podía
interpretarlo como un “estaremos juntos por mucho tiempo”, y eso era suficiente
para quitarle lo enfurruñado y ponerlo más animado e hiperactivo de lo
habitual.
—¡Rin-senpai! –exclamó
aventándosele con todo su peso en un abrazo que le tumbó de espaldas sobre el
suelo, y a Momo encima de él.
—¡Oi, Momo! —Rin no
estaba muy seguro de qué era lo que había dicho para poner a su kouhai tan feliz,
pero por ver esa sonrisa radiante y vivaracha como la que le mostró cuando alzó
la cara en respuesta a su voz, lo volvería a decir. Sonriendo de vuelta, acarició
su rostro con suavidad; era la primera vez que lo hacía, y el anterior sonrojo
de Momo se reavivó. Le parecía que el tierno beso de hace unos momentos y la
suave caricia de apenas eran su forma de decirle “me gustas tanto como yo a
ti”, aunque a decir verdad, esos gestos se acercaban más a un “te quiero”,
claro que dada la naturaleza del más joven de los dos pelirrojos, ése tipo de
sutilezas se le escapan con facilidad–. Vamos, vayamos afuera, en cualquier
momento puede volver Sousuke –apuntó Rin, alborotando una vez más la cabellera
de Momo.
—¿A dónde vamos,
Rin-senpai? –preguntó, poniéndose de pie con su habitual agilidad.
—Vamos a comer algo, yo
invito –dijo, caminando hacia la puerta seguido de cerca por el otro, que
emocionado decía:
—Waaa, ¿en serio?
¡Genial! Vamos por una hamburguesa de triple queso y unos tamagoyaki y luego
vayamos por un helado de pudín de chocolate-
—Oi, piensa un poco en
tu condición física.
—Peeeerooooooooo…
KYAAAAH!!
ResponderBorrarCada vez me haces más fan de esta pareja, Suzu-chan! Ay, son geniales, de veras! Me encanta ese final tan de Momo y la ternurita de Rin *___* Adorables, en el sentido estricto de la palabra ¡dignos de adoración! Me encanta cómo los has manejado, en especial a Momo-kun <3
Por otro lado, Mikoshiba ha sido total y absolutamente genial como hermano mayor!!
De veras, amo este... long fic? Two shot? Lo que sea, lo amo masivamente y tampoco me molestaría recibir más *A* (los pelirrojos sensuales siempre son bien recibidos, ya sabes). Yo ahí lo dejo *pone ojitos*
Att
Cotic
Jijijij, ¡me alegra saber que compartimos sentimientos por ésta pareja!
Borrar°(≧ω≦)°
¡No se podía esperar menos del buen Mikoshiba!
¡La verdad ni yo sé qué es! jajaja, pero seguiré escribiendo de ellos hasta que se me seque la inspiración :D
¡Un saludo y un abrazote, Cotic-chan!
Otro gran capitulo de esta gran pareja! *u*~! Haces una magia preciosa Suzumiya-sama! Me dejó encantada :3~ agradezco por otra hermosa continuación~! >w<
ResponderBorrarWaaa ¡¡¡Muchas gracias!!! ¡Me alegra que pienses eso! *^*
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Ay ;-; las respuestas de Suzumiya-sama siempre tan lindas >w<~ me encantan tanto como sus fanfics~
BorrarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderBorrarSigo Esperanto :'v (?)
ResponderBorrarEsperando* xD
BorrarJajaja, yo también estoy esperando un poco de inspiración, tal vez necesito ver de nuevo Eternal Summer (bien sufrida yo xD), jiji.
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