viernes, 23 de agosto de 2013

ENAMORADOS SIN REMEDIO [Dimitry x Dake][CDM][Yaoi][+18]

Y bueno, después de una prolongada ausencia (bueno sí he andado por el blog, pero no por el fic, jiji) regreso con un nuevo capítulo de Secreto en los vestidores c: ¿Y de quién creen que es el turno? Pues sí, tal y como el título lo indica xD ¡de Dimitry y Dake! (Continuación de El verano llegó a los vestidores). Sé que por ahí prometí que el siguiente capítulo sería de Alexy y Nath pero se me vino la idea para los fuereños, ¡lo siento! Sin embargo prometo que ahora así el Delegado será el siguiente en aparecer ^^
Bueno como ya son más de 4:30 a.m. aquí dejaré mis desvarios y les presentaré el capítulo. ¡Espero sea de su agrado!

Oh! Pero antes les aviso que aunque no es un capítulo así super porno, sí tiene una escena subidita de tono y por eso lo he catalogado para mayores de 18 años, jeje.

Disclaimer: Los personajes utilizados en esta historia no son de mi propiedad, pertenecen enteramente a su creadora ChiNoMiko.


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“¿Te gustaría pasar las vacaciones de invierno en mi casa?”. Eso sí que me tomó por sorpresa. Hemos estado escribiéndonos y llamándonos desde que el verano terminó, e incluso nos hemos dado el lujo de decirnos cuán de menos nos hemos echado, pero invitarme a pasar las vacaciones en su casa, con sus padres, no me lo esperaba. Después de lo que parecía haber sido una muy larga separación, nos veríamos nuevamente. Volvería a contemplar aquellos enigmáticos ojos borgoña siempre enmarcados por oscuros semicírculos –como que de repente se me pega su estilo poético-. No pude evitar preguntarme cómo sería reencontrarnos. No habíamos vuelto a hablar directamente de nuestros sentimientos, de hacerlo creo que la distancia se habría vuelto dolorosa. ¡Pero qué cosas digo! Esto de estar enamorado me había vuelto bastante cursi. A veces ni yo mismo me creía mis sentimientos, se me figuraban una invención de mi divagada mente pero al ver sobre la mesa una de sus cartas de perfecta caligrafía o, al contestar el teléfono escuchar su voz, entonces ¡pum! sentía como un puñetazo en el pecho que me decía que no eran invenciones mías ni nada. Respondí su mensaje con un “Me encantaría J” y me senté frente a mi laptop para abrir el buscador y teclear: “clima en Ucrania”. Hace un par de días me había mencionado que las temperaturas comenzaban a descender, pero hasta qué grado no me había dicho, el clima nunca es una conversación enganchadora entre los jóvenes. Según una página las temperaturas en invierno variaban desde -8 °C hasta 2°C, eso era muy frío, necesitaría ir bien abrigado.


El tiempo pasó inesperadamente rápido y ya me encontraba yo en el aeropuerto recogiendo mis maletas y buscándolo entre toda esa multitud de extraños que iban y venían o estaban allí para recibir a alguien también. No demoré mucho en encontrarlo, llevaba su cabello suelto y un abrigo oscuro, su expresión era tan sombría como la imagen que guardaba en mi memoria. Exhalé ampliamente intentando calmar mis nervios y caminé hacia él. No tardó en verme también y mostrarme una pequeña sonrisa que me ayudó a librarme del creciente nerviosismo que me invadía a cada paso que daba. Y es que siempre me había valido de frases prefabricadas y galanterías preestablecidas pero con él era diferente, con él era yo 100% al natural, porque así nos habíamos conocido y así nos habíamos enamorado.

—Me da gusto que hayas venido.

Emprendimos el recorrido hacia su casa. Afuera hacía mucho frío, me alegré de haber empacado ropa abrigadora a pesar de que apenas si cerraban mis maletas por lo bultosa que era, no soy una persona friolenta pero las calles estaban cubiertas de nieve y lo más probable era que estuviéramos a varios grados bajo cero.

Cuando llegamos a su casa lo primero que hizo fue presentarme a sus padres, los cuales tenían la misma vibra estoica que él. Me mostraron mi cuarto y me dejaron para que desempacara en lo que estaba lista la cena. Al poco rato Dimitry apareció en la habitación ofreciéndose a ayudarme. Sólo estaría un par de semanas de visita, sin embargo, nunca he sabido viajar ligero, siempre termino llevando un montón de mudas y demás accesorios.
Durante la cena sus padres hicieron las preguntas de rutina acerca de mi familia, y mi vida en general. Parecían ser buenas personas aunque su actitud era tan distante como la de Dimitry antes de conocerle. Más tarde mi tío llamó para agradecer por la invitación y la hospitalidad -con la ayuda de Dimitry como traductor, claro-, aunque realmente creo que ése era deber de mis padres pero bueno, a mi tío le encantan ése tipo de cosas así que supongo que está bien.

Al día siguiente Dimitry me llevó a recorrer la ciudad, parecía muy a gusto hablándome de la historia de los lugares y las características arquitectónicas de los edificios. Creo que era la primera vez que lo había escuchado hablar tanto. Yo sólo asentía o hacía alguna interjección, la mayor parte del tiempo no tenía idea de lo que se refería, nunca había prestado atención a ése tipo de cosas y mucho menos conocía ninguna de las terminologías que utilizaba.

—Ya debes de estar cansado de escucharme hablar de construcciones e historia —se interrumpió de repente tomándome por sorpresa. Si bien no estaba cansado de escucharlo sí comenzaba a sentirme confuso, era tanta la información que mi cerebro trataba de procesar a un tiempo que probablemente mucha de ella se había mezclado en sinsentidos ya.

—No, no, es sólo que creo que nunca había intentado memorizar tanta información en tan poco tiempo y es por eso que me quedo en silencio, bueno, aparte de que yo no tengo ningún comentario valioso que agregar. —Admití sonriendo un tanto apenado—. Pero no te preocupes, es agradable escucharte tan entusiasmado.

Dimitry sonrió en respuesta y luego sugirió que por hoy era suficiente, tendríamos más días para que me siguiera mostrando la ciudad, además ya era la hora de la comida. Y así volvimos a su casa para almorzar con sus padres. Al parecer su padre siempre volvía a casa para comer con ellos. A primera vista no parecían ser una familia unida, con frecuencia los silencios reinaban en la mesa, sólo podía escucharse el leve sonido de la cubertería alzándose entre la música de fondo, que pese a la discreción con que era manejada se dejaba oír de cuando en cuando, no obstante, el que su padre se tomara la molestia de ir y venir con aquél clima sólo para compartir los alimentos con su esposa e hijo era de reconocerse.

Habían pasado ya 3 días desde mi llegada cuando ya muy entrada la noche me despertaron unos toquidos en la puerta. Me levanté a abrir y me encontré a Dimitry en el pasillo. Ya me había hablado antes de su terrible insomnio, había días en los que dormía 2 o 3 horas a lo mucho, así que no me resultó tan extraña su visita nocturna. Lo invité a pasar y él se disculpó por haber interrumpido mi sueño. —No te preocupes por eso, siempre estoy feliz de verte, después de todo llevábamos tanto tiempo sin vernos.

Hablábamos suavemente para no despertar a sus padres. Cuando él hablaba yo le miraba encantado por lo pálida que su piel lucía en la penumbra. Luego, por fin llegó ése momento que había estado amenazando con presentarse desde que nos reencontramos: ése momento en el que las ganas de matar la distancia y besarnos se dispararon, pero sin saber ninguno ni cómo hacerlo. De algún modo la tenue luz de la lámpara, que había empotrada en un rincón, le daba un toque de peligrosa intimidad a la situación. Creo que el motivo por el cual ninguno de los dos sabía cómo acercarse al otro era casi por miedo a comenzar algo que no sabíamos dónde podría terminar. Estábamos sentados lado a lado en la alfombra con nuestra espalda recargada en la cama, nuestros brazos se rozaban y tan sólo la sensación de su piel contra la mía era suficiente para intranquilizarme –y probablemente a él le pasara igual-. Haciendo caso omiso a nuestros impulsos continuamos charlando hasta el amanecer. Luego Dimitry decidió irse a su habitación un tanto avergonzado por haberme impuesto su insomnio; aunque no voy a mentir, sí moría de sueño, valoraba más el tiempo a su lado que unas cuantas horas de sueño. Cuando lo acompañé a la puerta del cuarto listo para marcharse, inconscientemente me mojé los labios, dudoso de tomar la iniciativa y besarlo. Me aventuré a llamar su nombre, no estaba seguro de que fuese a voltear hacia mí, bien podría responder sin dejar de mirar al frente, sin embargo, sí lo hizo y nuestros ojos se encontraron en la desvanecida oscuridad del amanecer por apenas unos instantes antes de que me animara a besarlo. Sus labios cálidamente recibieron los míos y nos despedimos por el momento.

Durante el día continuamos recorriendo la ciudad y demás. Al caer la noche no pude conseguir dormir. Pensamientos en torno a él se arremolinaban en mi cerebro. Supongo que a eso se le llama estar enamorado: a pesar de haber pasado todo el día juntos continuaba anhelando su compañía… y, también, tenía ganas de sentir sus labios de nuevo. Unos cuantos roces “accidentales” entre nuestras manos fue todo el contacto que habíamos tenido.
Después de haber dado unas cuarenta vueltas en la cama intentando ponerme cómodo para poder dormir, los mismos toquidos de la noche anterior sonaron en mi puerta. Sin mayor retraso me levanté a abrirle. La mortecina luz de la lámpara no alcanzaba a iluminarnos de lleno, dejándonos la tarea de imaginar algunas de las expresiones más sutiles que eran imposibles de discernir en aquella acogedora oscuridad –otra vez el estilo de expresión dimitriano-. Sin embargo, para lo que sucedió después creo que demasiada luz hubiera estado de sobra.
Luego de un rato de haber conversado los besos se dieron de manera natural; serenos y acompasados, como él, al principio, y luego se volvieron impredecibles y desordenados, como yo. Separamos nuestros labios y juntamos las frentes, respirando un poco más rápido de lo habitual. En mi vida hubiera imaginado ponerme así gracias a otro chico. El beso de la playa había sido tan, ¿cómo le diría él?, etéreo, sí, creo que etéreo sería la palabra que él usaría. Había sido tan etéreo, que a veces me parecía más bien un recuerdo soñado que un recuerdo real. Pero el beso de la noche anterior había hecho revivir aquél momento único en los pequeños vestidores y había disparado aquella chispa que quería mantener apagada porque después a kilómetros de él, ¿qué iba yo a hacer?

—Quiero sentirte…

Aquella noche comenzamos a descubrirnos. Su mano rodeó y frotó mi pene haciendo crecer mi erección, mientras la mía hacía lo mismo con el suyo. Nos estimulamos mutuamente –con un poco de torpeza, cortesía de la timidez que tan de repente salió de su escondite- entre las sombras de la habitación hasta que nuestras manos se llenaron del fluido del otro. Horas después aún podía sentir la calidez de su miembro en mi mano, de su mano en el mío, excitándome de nuevo y deseando poder tocarnos otra vez. Tocarnos como la noche pasada y quizá, si él también así lo deseaba, un poco más. Me cubrí la cabeza con la almohada en un ataque de patético pudor. Nunca había deseado a alguien con tantas ganas ni nunca me había sentido tan avergonzado de hacerlo. Allí, en la soledad del cuarto de huéspedes, estaba yo, imaginando… ¡ni siquiera sabía lo que imaginaba! Me imaginaba recorriendo lentamente el cuerpo de Dimitry con mis labios y luego penetrándolo con suavidad hasta que su cuerpo se estremeciera admitiendo dentro todo mi miembro, sólo para después imaginarnos al revés, yo recibiendo su erección y temblando de placer entre sus brazos… Y ¿él qué? La verdad no tenía ni idea de qué era lo que él imaginaba…
Decidí darme un buen baño de agua fría para estar listo cuando fuera llamado a desayunar y olvidar esas ideas por el momento.

Cuando la noche llegó después de un día, llamémosle ‘tranquilo’, digo llamémosle porque era evidente que ninguno de los dos estaba en paz forzados a atender las reglas del decoro después del gran avance que tuvimos la noche anterior. Esperé impaciente su aparición en mi cuarto, estaba fuera de discusión el que yo fuera al suyo, estaba demasiado cerca de la alcoba principal y representaría un riesgo enorme hacerlo.
Finalmente llamó a la puerta como había hecho estas dos noches y yo le hice pasar. Después de una trivial conversación –de esas que generalmente tienen dos personas que se gustan y no se atreven a confesarlo- rompimos la distancia. Un beso llevó a otro, un roce semi-accidental entre nuestras lenguas dio entrada a un beso más profundo, a caricias más aventuradas. Cuando menos nos dimos cuenta ya nos estábamos deshaciendo de la camisa del otro. Intercambiábamos miradas de vez en cuando y aunque me habría gustado demasiado ser yo quien tomara la posición dominante, en aquellos momentos no me importaba que no fuera así, ya habría oportunidad después. Sólo quería estar con él y abandonarme a ése extraño sentimiento que sólo él había sido capaz de despertar. ¿Qué más daba si ambos éramos hombres? ¿Si kilómetros de distancia nos separaban? ¿Si no le dábamos un nombre a esto que compartíamos? No tenía la menor importancia. Él, yo y nuestros sentimientos era lo único importante.
Abrazados nos quedamos dormidos, felizmente entregados en los brazos del otro, hasta el amanecer. El frío que se había colado entre las sábanas los días anteriores, no se atrevió a entremeterse entre nosotros, sabía que no era nada ante la calidez de nuestros cuerpos entrelazados.

Aquél encuentro se repitió varias veces más durante mi visita. Con cada caricia, cada beso, más me convencía de lo insoportable que sería volver a casa y no tenerlo cerca. ¿Cuántos meses habrían de pasar para volver a sentir el calor de su aliento, de su cuerpo? Sólo me quedaría esperar que el tiempo pasara pronto y nos reuniera otra vez.
El último día que estuve allí tomamos algunas fotos de ambos, serían como la prueba de que estas vacaciones habían sido tan reales como lo somos él y yo, serían como la promesa –sobreentendida- de volver a reunirnos tan pronto como pudiéramos porque ya no había vuelta atrás. Estábamos enamorados sin remedio.
Y a fin de cuentas, sabemos bien que la distancia no será eterna.

Cap. 16 - Atrapado(s) entre las garras del amor

6 comentarios:

  1. DIOS MÍO QUE PORNOSO *-*
    Me ha encantado, nunca se ma había ocurrido esta pareja y lo cierto es que quedan genial juntos, son adorables y pornosos a la vez. Y aprovecho para decirte que me he enamorado de ti, escribes como Dios *^*

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    1. Jijiji, me alegra muchisisisisímo que te guste esta exótica pareja que ha decir verdad nació del azar :D
      ¡Wow! ¡Mil gracias! ❤ Me halagas demasiado *//^//*

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  2. yo antes de leer el capitulo: ¿quien sera uke, quien sera seme? ¡¿QUIEN SERA UKE Y QUIEN SERA SEME?!
    yo después del capitulo: O.O suke... IMPAKTADA. en serio es la primera pareja yaoi que conozco que resulta suke. GUSTA...

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    1. Jiji, la verdad es que me costaba trabajo asignar el rol de uke a uno de los dos, así que me dije "qué diablos! Suke será!" xP
      Yuju! Qué bueno que te gustara ^o^

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