Disclaimer: Los
personajes utilizados en esta historia no son de mi propiedad, pertenecen
enteramente a su creadora ChiNoMiko.
Entre las lúgubres lápidas olvidadas e iluminadas por el majestuoso resplandor lunar, que luchaban contra el tiempo y el deterioro, me dejé seducir por la penetrante melancolía que su ser emanaba como neblina, aislándome del mundo más allá de su dolor. Frente al suntuoso castillo que se ofrecía a mí, majestuoso, decidí empaparme de eternidad. En un principio ser la profana soberana de su inmortal morada representaba un honor. Pero después de huir incontables amaneceres en la soledad de su distante compañía he comprendido la locura de mi juventud y la embriaguez de mi arrebato que me hicieron abrazar el hado que ahora tanto maldigo y que tanto detesto.
Siendo estrechada noche tras noche por este lugar sin tiempo tomo aliento para no desfallecer, para no abandonarlo.
***
Me invitó al interior de su castillo y en un recorrido apresurado a sus aposentos, mis mortales ojos tan sólo fueron capaces de aprehender la belleza circundante en su sentido más superficial, no fueron capaces de desmembrarla hasta haber explorado cada recoveco de ella, se perdieron la parte esencial que ahora me abruma asfixiante, que intenta imponerse en mí como se impuso en él desde hace siglos, arrebatándome la vitalidad, las fuerzas.
Dimitri bebió cada gota de mi vida para en seguida obsequiarme la suya a chorros. Yo, la bebía con urgencia, casi con lujuria. Podía sentir mis ojos encenderse violentamente mientras me aferraba a su brazo y succionaba ávidamente su inmortalidad. Recuerdo haber alzado la vista y haber encontrado mis ojos con los suyos, que permanecían sumergidos en profunda tristeza y contemplación.
Los haces de platinada luz abríanse paso entre las copas de los árboles penetrando, insolentes, el ventanal de la esplendorosa habitación, iluminando la delirante escena, enmarcando nuestras figuras en la penumbra.
***
A veces, mientras me sumerjo en silente contemplación pienso en cómo me gustaría poder transferir la culpa de mi actual desdicha a alguien más. Poder ser el vástago que reprocha a su creador el haberle despojado de su vida; injuriarlo y agredirlo en un arranque de ira, hacerle sangrar y desgarrarle como él me desgarra el alma. Pienso en ello a menudo, pero no puedo hacerlo, no tengo derecho a hacerlo. Dimitry, él me pidió ser su compañera y yo accedí. Él nunca me prometió nada, únicamente solicitó mi compañía, y yo, en mi idílica y pueril fantasía creí que me estaba ofreciendo ser amantes inmortales.
Nuestras noches parecen imperecederas, condenadas a los inútiles rituales mortales que Dimitry tanto añora. Cada noche nos sentamos a la cabeza del imponente comedor, brindamos de extremo a extremo por el buen descanso del alma de María Magdalena. Al principio me sentía incómoda haciendo eso mientras llevaba puestos sus hermosos vestidos, pero Dimitry siempre me tranquilizaba diciéndome que a María le hubiera gustado que la ropa que tanto amó fuera usada en vez de permanecer guardada inútilmente para toda la eternidad.
Cuando veía la elegante figura del vampiro de pie frente al retrato de su difunta amada, una melancolía infinita se apoderaba de mí. Podía pasar horas admirando el gentil rostro de su bien amada María. ¿Cuántos años lleva contemplando aquel retrato? Aferrándose a él como si algún vestigio de su delicada alma residiera allí, como si mirándolo fijamente pudiera regresar el tiempo y salvarla. Frecuentemente puedo mirarlo contemplando el retrato sin que él me perciba. Yo lo miro a él, él la mira a ella, y ella, probablemente disfrazada en el manto estelar nos mire ambos. Me mira mirando a su amado que la mira a ella, su mirada traspasa nuestros cuerpos y alcanza nuestros corazones, observa cómo se estrujan, y se lamenta por Dimitry.
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Han transcurrido décadas desde la primera noche que pasé aquí, desde que comencé a vivir bajo la sombra de un retrato. El tiempo en este lugar pierde la dimensión, se vuelve inconmensurable. No hay ayer, no hay hoy, no hay mañana; únicamente existe la infinita noche que a pesar de ser arrastrada a su guarida por el astro solar que reclama su amanecer, no cambia a su retorno. En mi desesperación rezo a María como le rezaría a una divinidad, le pido con fervor que se lleve mi impotencia y me conceda el conocimiento que me ayude a regresarle al solemne vampiro un poco de vitalidad a su yerta alma. Pero ella no responde mis súplicas por más que le ruego. Tal vez, después de todo, no esté mirándonos desde el firmamento.
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Desde el ventanal lo observo caminar pausado entre los sepulcros, sé que va a visitar su tumba. La luna brilla sobre de él y proyecta su brillo en su figura, ilumina su largo cabello de seda, acaricia su piel de mármol y penetra sus ojos de castaña. Lo observo alejándose de nuestra morada paso a paso, él bien podría saber que lo estoy mirando abiertamente a la distancia, sin embargo, no quiere saberlo. A su regreso yo le espero mientras coloco flores al pie de las lápidas, es entonces que él me nota y me acompaña.
Una vez terminada la labor, me giro hacia él y con una sonrisa apenas esbozada le pregunto, ¿Damos un paseo?. El vampiro me ofrece su brazo y nos adentramos en el bosque; me habla de cuando estaba vivo, me habla de María, me habla de su viaje a tierras lejanas, me habla de su vida como vampiro, pero nunca me sonríe. En todo este fragmento de vida que llevamos haciéndonos compañía, no he visto una sola de sus sonrisas. ¿Habrá olvidado cómo sonreír? ¿Es eso posible?, solía preguntarme a cada instante. Comienzo a creer que es posible, ya me cuesta trabajo curvar mis labios en una sonrisa, en cambio, mi ceño se acostumbra a permanecer fruncido en desolación.
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oh mierda... fue jodidamente hermoso *0*
ResponderBorrar*w* Gracias!!
BorrarY-Yo T___T BUAAA, quedé fascinada! Gracias, escritora-sama.
ResponderBorrarGracias a ti por leer, lectora-san!! <3 Me ha hecho muy feliz tu comentario ^u^
BorrarFue de lo mejor... una manera increíble de expresarte, las palabras son preciosas!!
ResponderBorrar*^* ¡Millones de gracias por tu comentario! <3
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