miércoles, 5 de junio de 2013

ATRAPADOS EN LOS VESTIDORES 1ra. Pte. [Alexy x Nathaniel][CDM][Yaoi]

Sexto capítulo de Secreto en los vestidores, jiji reitero, no es necesario leer los capítulos anteriores para entender esta historia, el fic hasta ahora más que nada se compone de one-shots que tienen un lugar en común "los vestidores" :D

Disclaimer: Los personajes utilizados en esta historia no son de mi propiedad, pertenecen enteramente a su creadora ChiNoMiko.

Contiene SPOILERS del episodio 12


********************************************

Desde que aquella tonta deliberadamente se escondió en uno de los casilleros para espiar a Lysandro, he sido extra cauteloso cada vez que me cambio. No fue que me avergonzara el ser visto sin camisa, sino que viera las marcas de mi espalda. Sé que a pesar de todo fue discreta y estaba sinceramente preocupada por mí, aun así, ventilar mis asuntos privados no es precisamente algo a lo que sea afecto. Revisé todos los casilleros por si las dudas y una vez seguro de que estaba completamente solo me quité la camiseta, había estado esperando quitármela desde el instante que me la puse, aunque no era excesivamente ajustada, la clase de tejido que la componía insistía en pegarse a mi piel, torturándome. Torcí mi cuello lo más humanamente posible y me miré en el espejo. Las heridas no estaban abiertas, pero no había faltado mucho para que lo estuvieran. La piel se encontraba severamente escoriada. Intenté untarme una pomada refrescante que usaba en estos casos, pero mis brazos no alcanzaban a esparcirla correctamente. “Tch”. Dolía.

—¡Hombre!, pero ¿qué te pasó?


Mis ojos se abrieron como platos. Estaba tan concentrado en no lastimarme más que ni siquiera presté atención a los sonidos de mi alrededor. “¡Pero qué tonto! Debí atrancar la puerta”. Me di vuelta y allí estaba uno de los alumnos 'nuevos' mirándome con preocupación.

—¿Podrías dejarme solo? —demandé poniéndome torpemente una camisa.

Mmm… lo siento, he venido por mis cascos, no intentaba espiar.

Asentí sin decir más. Moría por pedirle que no hablara de esto con nadie, pero a la vez me encontraba demasiado apenado para hacerlo.

[PRUCK]

—¿Qué fue eso? —pregunté al escuchar un suave ruido en la entrada.

—¿Eh? —Alexy había estado ocupado buscando sus cascos en el casillero, completamente despistado de todo.

Acabo de escuchar algo… —me dirigí a la puerta y jalé la manija. Cerrada. Alguien le había puesto llave por fuera— la puerta está cerrada.

Es broma, ¿verdad? —dijo el gemelo.

—¿Por qué bromearía con eso? No tiene gracia alguna…

Pero, ¿quién pudo haber sido? y ¿por qué nos querrían encerrar? —murmuró Alexy, pensativo. Lo conocía muy poco y sólo sabía que era un chico alegre y hasta el momento se llevaba bien con todos, sobre todo con las chicas… quizá, se estuviera acercando demasiado a alguna de ellas y puso a alguien celoso, pero aun así, encerrarlo en los vestidores era una medida bastante estúpida, y era aún más estúpido no haberse cerciorado antes de que había alguien más— oye, eres el delegado, ¿no tienes forma de comunicarte con el profesor de E.F. seguro él puede sacarnos.

No, no tengo mi móvil aquí. Está en el casillero del instituto.

—¡Qué mala suerte! Bueno, si hay una clase después de nosotros, seguro no tardan en abrir.

Podría equivocarme, pero creo que fuimos la última clase del día.

—¡Sí que nos la jugaron entonces! —exclamó con una sonrisa complicada.

Me gustaría saber quién fue el graciosito —dije, fastidiado. Tenía mucho papeleo por terminar y no podía darme el lujo de perder el tiempo.

Mmm… espero que Armin me busque pronto… —comentó no muy convencido.

Los vestidores no tardaron en quedarse en silencio, de no ser por el casi imperceptible sonido de nuestra respiración bien podrían haber estado vacíos.

Estaba de muy mal humor por la situación en que nos habían puesto, por el ardor de mis laceraciones, por la escurridiza mirada de Alexy como con ganas de preguntar de nuevo por mi espalda… decidí buscar alguna forma de salir, primero, típicamente golpeé la puerta pidiendo ayuda, pero nadie respondió, sólo toqué un par de veces, si la persona que nos había encerrado seguía allí, sólo terminaría por burlarse. Luego jalé la manija con desesperación, casi al punto de arrancarla, no podía creer que alguien fuera tan inmaduro para hacer algo así. Enojado me dirigí hacia la banca que estaba en medio de la habitación. Alexy se había sentado recargado en su casillero con los cascos puestos. Su cabeza se mecía al ritmo de la música, parecía estar disfrutando mucho, incluso había cerrado sus ojos como buscando entrar en comunión con lo que escuchaba. Yo nunca he sido gran fan de la música, bueno, más bien, nunca he podido serlo…
Debió sentir mi insistente mirada porque al poco rato abrió los ojos algo sobresaltado.

—¿Quieres escuchar? —Preguntó ofreciéndome los cascos— no sé qué música te guste, pero lo que escucho es bastante bueno…

Me senté a su lado y me acomodé los cascos, pegó su cabeza contra la mía, di un pequeño salto sorprendido. Él me sonrió. Se había acercado para pegar su oído al auricular que estaba de su lado, tenerlo tan cerca me ponía un poco nervioso, no estaba habituado a tanta confianza, podía percibir el aroma de su cabello, era un olor muy agradable… olvidándome de las heridas de mi espalda quise recargarme en la casilla a mis espaldas, sin embargo, el dolor me hizo recordar lo lastimado que estaba. “¡Ouch!”, exclamé impulsándome hacia el frente, jalando el cable de los cascos que cayeron de mis oídos a mis hombros.

—¿Estás bien? —inquirió un tanto afligido. Asentí— hace rato, antes de que llegara estabas poniéndote algo, no te sientas cohibido, yo puedo mirar hacia otro lado si te hace sentir más cómodo.

Quise negarme, pero en verdad me iría bien refrescar mi espalda, así que no tuve más remedio que untarme el mejunje en su presencia, “de todos modos, ya me ha visto”. Por el reflejo del espejo le miraba de reojo, no hacía ni el más mínimo intento de mirar en mi dirección, lo cual me alivió.

Tch… maldición… —me estaba costando trabajo esparcir la pomada sin terminar presionando demasiado la piel.

—¿Quieres que te ayude? —ofreció, aventurándose a mirarme.

No… yo… —ya era lo suficientemente bochornoso el que me viera en semejante estado como para agraviarlo permitiendo que él me pusiese el ungüento.

Vamos, no seas necio. No es como si por ayudarte me fuera a creer con derecho a exigir que me cuentes qué te pasó. Claro que si quieres hacerlo, soy todo oídos —manifestó, poniéndose de pie y quitándome la preparación. Me mantuve en silencio mientras esparcía la pomada. Era una sensación en exceso grata. Sus manos eran inesperadamente suaves.

Gracias… —le dije entre dientes tan pronto terminó. Cogí mi camisa pero cuando me la iba a poner Alexy me detuvo.

Deberías de esperar un poco, si no la tela absorberá todo.

Dejé la prenda sobre la banca y me senté a un lado, sintiendo la frescura de la pomada surtiendo su efecto. Él tomó asiento en el mismo lugar de antes, pero esta vez se dejó los cascos colgados en el cuello. Se había quedado mirando fijamente hacia una de las taquillas, al principio quise voltear  a ver de cuál se trataba, pero el color de sus ojos me distrajo, era la primera vez que notaba su peculiar tonalidad. Cuando recién llegó al instituto junto con su hermano, apenas si le miré, estaba lleno de trabajo y todavía tenía que encargarme de sus papeles. Pero ahora me daba cuenta de que eran de un lila que sólo había visto en las…

Orquídeas…

—¿Eh? ¿Dijiste algo? —preguntó, desviando su mirada en mi dirección.

No… Nada…

—¿Hmm? Estoy seguro de haberte escuchado decir algo… —remarcó frunciendo la boca.

Sólo pensaba en voz alta —respondí. Sus ojos eran del color de las orquídeas. A decir verdad, siempre me he sentido atraído hacia esas flores en específico, su forma, su tonalidad, su elegancia… sin embargo, debido a mi alergia sólo he sido capaz de admirarlas a la distancia.

Me pregunto cuánto tiempo estaremos aquí, —exhaló— al menos nos hacemos compañía, sería espantoso que sólo uno se hubiera quedado atrapado, ¿no crees?

—¿Y de qué nos sirve ser dos si no podemos hacer nada para salir? —señalé agriamente.

—¡Nos hacemos compañía! Odio estar solo, ¿tú no? —protestó inflando las mejillas en un gesto que me sorprendió de tan infantil. "¿Un chico de su edad teniendo esas reacciones todavía?"

No. La mayor parte del tiempo estoy solo. —no siempre había sido así, hubo tiempos en los que era tan sociable como cualquier otro chico de instituto, pero las circunstancias me llevaron a resguardarme tras los estudios.

Mmm… tal vez no sea lo ideal necesitar estar acompañado para sentirte a gusto, pero tampoco creo que estar solo todo el tiempo sea buena idea, somos seres sociales por naturaleza, ¿sabes? —argumentó tomando una actitud inesperadamente seria. Por lo que había escuchado decir, él no solía portar expresiones graves, quizá tuviera alguna mala experiencia en el pasado… no creo que fuera de pura preocupación por mí…— ¿por qué no vas de compras con Armin y conmigo uno de estos días? —añadió, recobrando su alegre sonrisa.

—¿De compras?

—¡Sí! Me encanta ir de compras y un cambio de look no te vendría mal, siempre vistes demasiado serio.

No creo que mi estilo de vestir te incumba —exclamé irritado. “¡Cómo si a mí me gustara vestir así!”. Tenía que dar una buena imagen en mi casa y además como Delegado no puedo darme el lujo de andar en fachas.

Pero no te enojes —dijo riendo— es sólo una sugerencia. A todos les viene bien un cambio de vez en cuando.

Me reservé mis comentarios y me concentré en ponerme la camisa, ya había pasado suficiente tiempo para que la pomada se absorbiera en mi piel.
Volví a intentar abrir la puerta, incluso traté de forzarla con mi credencial de estudiante, a riesgo de dañarla, pero a diferencia de lo que cualquiera pensaría, la chapa era muy resistente.

Después de un rato nuevamente me senté delante de las taquilla, esta vez evitando recargarme, abracé mis rodillas con ambos brazos y hundí mi cabeza entre ellos. "Parece que la mala suerte me persigue". Sentí una mano presionar, confortante, mi hombro; alcé la vista y sus ojos me miraron con calidez. —No te preocupes, saldremos pronto de aquí —usualmente respondería fastidiado a una frase tan cliché como esa, mas, la forma en que la dijo y la sonrisa amigable y brillante con que lo hizo provocaron que un intento de sonrisa se formara en mis labios mientras asentía— cuando salgamos, te ayudaré para que termines pronto y puedas ir a casa.

No, —me apresuré a contestar— no quiero ir a casa... —en seguida desvié la mirada. "Tendría que haber disimulado".

—¡Está bien! Entonces nos daremos prisa y luego ¡iremos de compras! No hay necesidad de esperar al fin de semana, igual eres un chico listo y tus deberes seguro los terminas en 5 minutos —exclamó animadamente.

Ya no sabía cuánto tiempo había pasado, se sentía como si hubieran sido horas y sin embargo, bien pudieron ser minutos, aunque por el calor acumulado en la habitación lo dudaba mucho. Habíamos parado de hablar cuando la temperatura se había elevado tanto que el seguir hablando resecaba nuestras bocas insoportablemente.
El cabello minuciosamente desordenado y azul del gemelo, ahora se había vuelto ¡verdaderamente desordenado! Ya había hecho la chaqueta naranja que llevaba a un lado desde hacía un buen rato y como ni así había logrado reducir el calor, no dejaba de alborotarse el cabello en desesperación. Poniéndose de pie comenzó a abanicarse con su playera, dejando a la vista la blanca piel de su abdomen. Honestamente, para ser un estudiante que se abstiene de participar en eventos deportivos y que incluso se salta E.F. cada que un buen pretexto aparece su figura no dejaba nada que desear.

—¡Ya! ¡No aguanto más! Iré a darme una ducha. —sin más preámbulos se dirigió al área de regaderas. Por lo general pasaba desapercibida, los ejercicios de la clase no eran demasiado extenuantes para necesitar usar ésa parte de las instalaciones, probablemente los únicos que hicieran uso de ella eran los integrantes del club de baloncesto. Yo me quedé sentado donde antes, escuchando el murmullo del agua cayendo, desabrochando uno de los botones de mi camisa para sentir un poco de alivio, a este paso terminaría con la camisa completamente desabotonada en poco tiempo...

...

¿Es...

...dormido?

Sentí  una refrescante sensación rozando mi mejilla. Era muy agradable, como brisa fresca. En un acto reflejo mis brazos se sujetaron a la fuente de frescura, sin embargo, el sonido metálico de las taquillas me despertó. Lo primero que vi fue el rostro sonriente de Alexy, quien se estaba recargando con uno de sus brazos en el casillero a mi espalda para evitar caer sobre de mí.

No creí que la técnica de hablarte al oído fuera tan eficaz —dijo divertido.

De haberme dicho que te estabas ligando al Delegado los dejaba juntos más tiempo —comentó una voz ligeramente familiar.

Alexy al fin recobró el equilibrio y se levantó ofreciéndome su mano para que yo también me reincorporara. Aturdido extendí mi mano.

No le hagas caso. Armin siempre está de broma —explicó el gemelo. Su cabello aún estaba húmedo —¿podrías adelantarte, Armin? Prometí ayudarle a Nath con sus deberes de Delegado —declaró, sin romper el contacto visual conmigo, y sin soltarme tampoco, pese a que ya estaba completamente de pie y no necesitaba más de su soporte.

—¡Cómo quieras! —Y así, sus pasos hicieron eco en el gimnasio mientras se alejaba, dejándonos a Alexy y a mí nuevamente a solas.

Volviendo a mis sentidos retiré mi brazo de su firme agarre y esquivando su mirada le dije —Si me vas a ayudar entonces mejor nos vamos ya al instituto —y comencé a caminar en dirección a la salida.

Continuará...

Cap. 7: Atrapados en los vestidores 2da. Pte.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

Me interesa saber tu opinión, así que no te vayas sin comentar ;)