miércoles, 26 de junio de 2013

SOLOS EN LOS VESTIDORES [Jade x Dajan / ¿Louis x Farrés?][CDM][Yaoi]

Aquí les comparto el capítulo 12 de mi fic Secreto en los vestidores. No es necesario haber leído los anteriores para entender éste puesto que voy por parejas y no por secuencias ^^
En esta ocasión debo agradecer a un de mis lectoras en el foro de Corazón de melón por haberme dado un par de ideas para éste capítulo :)

Disclaimer: Los personajes utilizados en esta historia no son de mi propiedad, pertenecen enteramente a su creadora ChiNoMiko.



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Soy un testigo silencioso de amores que pude haber vivido yo. El gran ventanal del primer piso que refleja vagamente mi taciturna figura me muestra vívidas imágenes de risas y sonrojos. Veo también manos que se entrelazan y miradas que se cruzan. E incluso desde la pequeña ventana de mi oficina he sido testigo de sentimientos que florecen entre los arbustos del verde jardín que me regala su fresca fragancia. Aquel chico de cabellos verdes que es casi ya parte del instituto y que siempre está al pendiente de las plantas ahora parece tener una segunda devoción que atender.
Escribía mi reporte semanal de actividades cuando escuché gritos colándose por la ventana, de inmediato me asomé a ver qué pasaba, como profesor de ésta institución era mi deber velar por la paz y camaradería entre los estudiantes. Al parecer mientras Dajan, el chico que también ya parecía parte del Sweet Amoris por la frecuencia con que venía a practicar en el gimnasio, recolectaba los balones de baloncesto que de algún modo siempre terminaban regados por todo el instituto, había arruinado uno de los arbustos de flores que Jade tanto cuidaba. Así fue como el peliverde perdió la compostura a pesar de siempre llevar una acogedora sonrisa en el rostro. El joven de piel morena se había exasperado por el insistente ‘dramatismo’ del otro. Ya se había disculpado y sin embargo los reproches seguíanle llegando.

—¡Ya me disculpé, ¿qué más quieres que haga?!

—¡Con una disculpa no revivirán las flores!

Mi débil voz se entrometió entre sus alaridos intentando calmar los ánimos y llegar a una conciliación entre ambos. —Chicos, no pueden andar gritando dentro del instituto, por favor bajen la voz y arréglense pacíficamente. —De nuevo se alzaron las voces, cada uno culpando al otro. Tenía que hacer algo o la directora me mataría si se enteraba de mi incapacidad para manejar situaciones de esa índole—. Muchachos, tranquilos. Entiendo que cada uno tiene un punto, pero ¿no podemos llegar a un acuerdo? Es cierto que el arbusto no se va a componer con un ‘lo siento’ pero una sincera disculpa nunca debe rechazarse.

Jade frunció la boca ante mis palabras y luego soltó un suspiro resignado —está bien, tiene razón Sr Farrés. Acepto la disculpa. —Dajan mostró su blanca dentadura en una triunfal sonrisa.

—Bien. Ahora que hemos solucionado uno de los problemas vayamos al siguiente. —Ambos me miraron con gesto de incomprensión—. Dajan, creo que deberías ayudar a Jade en sus labores de jardinería en compensación por tu descuido. —Ahora los papeles y por ende las reacciones estaban invertidos. Una vez acordada la solución, regresé a mis deberes y ellos continuaron con sus actividades. Recuerdos del pasado distante me asaltaron mientras el lapicero se deslizaba mecánicamente sobre la hoja, recordé mi primer empleo como ayudante en un bazar que recién se había inaugurado en el centro. Yo tenía 17 y el dueño se acercaba a los 40. Era una persona muy amable que nunca se desesperó de mi apocada personalidad. Iba a la tienda después de clases y en los días que no había mucho qué hacer nos quedaríamos charlando hasta la hora del cierre. No pasó mucho tiempo para que los lazos entre Louis y yo se estrecharan. Con frecuencia después del trabajo me encontraba cenando en su casa y los fines de semana los ocupaba en acompañarlo en la tienda todo el día. Unos toquidos me trajeron de vuelta de mi viaje al pasado.

—Sr. Farrés, ¿ya tiene el reporte semanal?

—Y-ya casi directora, sólo me resta firmarlo.

La directora salió de la oficina complacida, parecía que finalmente había logrado escribir un reporte adecuado.

—¡Así no! mira atentamente. —Aquella ventana que por lo general me traía sólo silencios y deliciosas fragancias hoy llenaba la oficina de vida y juventud. El basquetbolista seguramente no tenía ni la más mínima noción en jardinería y Jade aún receloso por su irreparable pérdida lo reprendía por su ineptitud.

—Tranquilo, estoy esforzándome, ¿no ves?

—¡Pues no se nota! ¡Estamos tratando con seres vivos no balones! Debes ser más cuidadoso.

Terminé de ordenar mi escritorio, cerré la ventana y me fui a casa. Al llegar al pequeño apartamento casi vacío, amueblado únicamente con lo indispensable, la nostalgia de aquellos años de adolescencia volvió a mí. En aquél entonces vivía con mi familia y no tardaron en sospechar de mi cercanía con mi jefe, Louis. La verdad es que sí me había enamorado de él y estoy casi seguro de que él de mí, pero lo nuestro así se quedó, como una de esas historias que no se cuentan nunca porque no hay nada para contar. Antes de que algo pudiera darse entre nosotros yo me gradué de la preparatoria y mis padres me mandaron a estudiar al extranjero e incluso cuando terminé la carrera ellos se encargaron de que me quedara a trabajar allá. De haber tenido mayor fuerza de voluntad y mayor determinación hubiera vuelto a probar mi suerte y reencontrarme con él, pero no lo hice. Había vuelto a la ciudad recientemente, ya pasados casi veinte años, ya que el tiempo había extinto la pequeña llama del amor. Sacudiéndome los arrepentimientos cené un poco de comida congelada que nunca faltaba en la nevera y me fui a dormir.
Los días pasaron y entre mis deberes las voces de Jade y Dajan seguían escuchándose desde el jardín, pero al contrario de los primeros días, ya no se escuchaban gritos, reproches, reprimendas ni réplicas, ahora inclusive podían oírse risas de cuando en cuando. Llamado por la curiosidad me asomé discretamente, estaban sembrando algunas semillas, hombro con hombro y con una sonrisa en los labios; se miraron por el rabillo del ojo y sus manos se rozaron, entonces la curva de sus labios se reafirmó. Quién habría de imaginar que aquellos que comenzaron como perros y gatos terminarían con sentimientos tan diferentes a los primeros, felices de trabajar juntos y mirándose con afecto. Después de un rato sus voces dejaron de escucharse, debía haber terminado por ése día. La directora llamó a la puerta y entró sin esperar a que contestase.

—Necesito hablar con el profesor Boris pero no tengo tiempo de irlo a buscar, Sr. Farrés ¿podría hacerle saber que necesito hablar con él?

Desde mi llegada al Sweet Amoris era como si además de ser profesor me hubiesen asignado el puesto de mensajero. Sin ganas de contradecir a la directora, quien solía perder la calma a la menor provocación, accedí y de inmediato me dirigí al gimnasio, pero no había rastros del profesor por ningún lado. Pensé en buscar en los vestidores, quizá estuviera por allí, sin embargo, la puerta estaba cerrada; estiré mi brazo para jalar la manija pero me detuve en el momento que escuché esas dos voces que tan familiares me eran ya. ¿Qué hacían Jade y Dajan ahí dentro? Bueno, la respuesta era más que obvia. Sorprendido por lo aventurado de su proceder dudé sobre qué hacer, al final me encogí de hombros, después de todo eran otros tiempos, me daba gusto… el mundo no está hecho de historias que pudieron ser, sino de las que son y han sido. Me di la vuelta y salí del gimnasio reanudando mi búsqueda y dejando al moreno y al peliverde solos en los vestidores.

Cap. 13 - Afuera de los vestidores el romance continúa

Continuación de Jade x Dajan - Entre Geranios y Violetas 1ra. Pte.

5 comentarios:

  1. Fani
    Que lindo, lastima que al final el maestro no tuvo el coraje cuando joven, pero otros si lo tuvieron, en los vestidores jaja, han de tener algo, que la magia siempre ocurre ahi.
    Gracias por tu trabajo.

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  2. Fani
    Que lindo, que lastima que el maestro no tuvo el coraje cuando joven, pero hay otros que si aprovecharon su juventud, la magia siempre sucede en los vestidores, algo han de tener.
    Gracias por tu trabajo.

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    1. Sí, pobre Farrés! Mientras escribía sentía feo por él, pero bueno al menos no se amargó y ve con buenos ojos los amores de los chicos de los clubs, jiji. ¡Síii, ojala existieran esos vestidores! jajaja.
      Gracias a ti por leer y comentar :3

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  3. Siempre me gusto DajanxJade, y eso de FarresxLouis me da risa CD esa pareja si es bien exótica!

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