AÚN HAY ESPERANZA [Yokozawa x Takano][Sekakoi][Yaoi][One-shot][+18]

Este fic nació debido a varias quejas con respecto a mi fic Sorata no Baai en el cual Takano es el seme y Yokozawa el uke, así que decidí invertir los papeles por mucho que no me guste la idea de un Takano uke jajaja, aun cuando soy fansssss de ver a los ukes tomando el control y haciéndola de seme, tengo a mis intocables, jajaja; Sebastian, Nezumi y Takano deberían ser solamente semes y punto xD Bueno ya pues aquí les dejo a mi Takano uke, jiji.

Esta historia la publiqué originalmente en mundoyaoi. Contiene escenas +18.

Disclaimer: Los personajes no me pertenecen, son propiedad de su creadora Nakamura Shungiku

***

Era la víspera de Navidad y Su cumpleaños… y el chico, el chico estaba completamente ebrio.

Cuando Yokozawa abrió la puerta y lo vio tirado en el suelo, rodeado de latas vacías de cerveza, toda la sangre del cuerpo se le agolpó a la cabeza, casi deja caer el pastel y las cervezas de la pura impresión; aunque, considerando de quién se trataba, la situación era bastante predecible. Pronto logró calmarse y en vez de desperdiciar su aliento regañando a un borracho medio dormido, dejó salir un gran suspiro. Él, conocido por su intimidante apariencia y su fuerte carácter, se sorprendía de lo paciente que podía ser cuando ése hombre estaba de por medio.

Colocando las bolsas en la pequeña mesa de centro se arrodilló a su lado y suavemente susurró, mientras le acariciaba sutilmente el cabello, —Masamune, te llevaré a tu cuarto.

Takano entreabrió los ojos y parpadeó pesadamente, como en cámara lenta, varias veces antes de reconocer a la figura que se encontraba a su lado. Los penetrantes pero amables ojos grises de su amigo lo miraban fijamente, tan solo fue capaz de balbucear— Yokozawa.

—Tsk, ni siquiera es media noche y ya estás borrado al punto de la inconsciencia. ¡Sí que eres algo! —reclamó Takafumi frunciendo el ceño. Tomó firmemente a Takano y lo ayudó a llegar a la habitación.

Con todo el alboroto Sorata despertó y saludó a Yokozawa con un suave maullido, como si supiera que su dueño dormía profundamente dentro del cuarto. El hombre de ojos grises lo tomó entre sus brazos y apoyándolo en su hombro acarició su pelaje bicolor —Te daré algo de comer, apuesto que ése idiota aún no te ha alimentado. 

Sorata era la razón por la cual él era libre de venir a su casa en cualquier momento, alguien tenía que cuidar del gato apropiadamente, y Masamune no estaba ni cerca de ser un buen candidato.

A la mañana siguiente, el castaño fue despertado por el dulce aroma de omerice y el fuerte olor de café recién hecho. Tan pronto como entró a la sala y vio una robusta figura de espaldas, cortando vegetales, un flashback, de él siendo llevado casi a cuestas a su cama lo asaltó. Yokozawa finalmente se percató de su presencia y le dijo que esperara un par de minutos más, el desayuno estaba casi listo.

“Itadakimasu” dijeron a un tiempo, y la atmósfera se llenó de silencio; Masamune fue el primero en romperlo preguntando a su amigo si había pasado la noche allí.

—Sí, me quedé. Pensé que Sorata podría necesitar algo de compañía después de haber sido dejado sin comer durante todo el día –respondió Takafumi.

—Ya veo… gracias…

—No fue nada…

Takano parecía tener una expresión más grave que de costumbre, y molestaba a Yokozawa no saber qué era aquello que lo preocupaba tanto. Quería estar allí para él, ser su apoyo, ser quien compartiera sus tristezas, ser quien despertara sonrisas en ese hermoso y taciturno rostro, ser aquel que alcanzara su corazón.

—Masamune… no tienes por qué llevar la carga tú solo, yo estoy aquí para compartir el peso, así que si hay algo que te preocupa, yo te escucharé –dijo Yokozawa, desviando ligeramente la mirada de Takano.

—No es nada… —la voz de Masamune sonaba rasposa por haber tomado tanto, además tenía un tinte reticente en ella. No le gustaba hablar de sus problemas, no era su estilo ir por la vida provocando compasión. Pese a saber que su amigo, el único en el cual confiaba, no era del tipo que compadece a otros, no podía evitar sentirse cohibido.

—No tengo intención de husmear en tu vida, sabes. Simplemente quiero ayudar.

—Lo sé. Es sólo que… es tan tonto que es embarazoso.

—Algo que te ha afectado así no puede ser tonto, ni mucho menos embarazoso –exclamó molesto, Takafumi.

— ……………….. —Masamune respiró profundamente antes de explicarse– es sólo que creí verlo ayer en la estación de tren, pero cuando me le acerqué, resultó ser sólo alguien que se le parecía.

—¿Te refieres al chico del instituto?

—Así es… después de eso, de algún modo, terminé comprando cervezas en la tienda de conveniencia de la estación, el resto ya lo sabes.

—¿Lo quisiste mucho?

—En ese entonces no estaba seguro, pero ahora creo que sí.

—………………

—Tenía una fantasía muy tonta cuando estaba con él. Me sentía muy solo con el divorcio de mis padres y yo era apenas un adolescente, me gustaba imaginar que celebraríamos la Navidad y mi cumpleaños con un pastel e intercambiaríamos regalos. Sé que es estúpido, pero supongo que la fecha y todas las parejas felices caminando por las calles, más la ilusión que tuve en la estación, terminaron por afectarme.

—¡Ya déjalo ir! –gritó, Yokozawa, alterado– yo… yo, estoy enamorado de ti, Masamune, si sólo me dieras una oportunidad.

Takano se sobresaltó con la abrupta confesión, lo tomó por completo por sorpresa. Siempre había considerado a Yokozawa un buen amigo y nada más.

—Yokozawa, yo… lo lamento, no siento lo mismo por ti.

Recuperando la compostura, Takafumi suspiró —Ya me lo imaginaba, de cualquier forma, quiero una oportunidad para que te enamores de mí, tan sólo déjame quedarme a tu lado, déjame ser aquel en quien te apoyes cuando te falte la fuerza; si alguna vez lloras, déjame ser el que limpie tus lágrimas; únicamente te pido que me dejes estar ahí para ti, y quizá un día… puedas amarme –explicó, y aunque se guardó la última frase para sí, “y quizá un día pueda ser la razón detrás de tu sonrisa”, sus mejillas tenían un ligero y rubor, el sólo pensar una frase tan cursi le causaba vergüenza.

—……………

El silencio se estaba volviendo abrumadoramente incómodo, el castaño parecía estar sumido en sus pensamientos, como si estuviera considerando la posibilidad.

Después de haber lavado los trastes, Takafumi consideró apropiado retirarse.

—Se está haciendo tarde y tengo asuntos que atender, así que me voy.

—Está bien. Disculpa las molestias.

—Claro… sólo piensa en lo que te dije.

Cerró la puerta con suavidad y se detuvo unos segundos antes de tomar el elevador, su corazón latía como loco, casi dolorosamente. No había planeado confesarse pronto, pero la situación se estaba haciendo inmanejable, ya no podía aceptar tranquilamente que el hombre del cual estaba enamorado desperdiciara su vida por un corazón roto.

Takano permanecía inmerso en sus pensamientos cuando Sorata escaló a su pecho, como era su hábito. Acariciando la espalda del ronroneante felino, no dejaba de sorprenderse por la insospechada confesión. De haber imaginado que terminaría de esta forma, hubiera puesto más distancia entre los dos. Yokozawa era muy importante para él y no quería causarle dolor alguno… pero, a juzgar por la situación actual, probablemente ya se lo estaba causando.
Poniéndose de pie se dirigió al refrigerador para ver si había sobrado alguna cerveza. Grande fue su sorpresa cuando vio sobresalir de entre el vacío, un pastel de fresa. “Así que por eso había venido” pensó para sí. Entonces, reparó que en el último compartimiento había una bolsa llena de cervezas. “Él debió de traerlas también”. Cerró el refrigerador sin tocar nada, su apetito por una bebida se había ido.

***

Algo inquieto presionó el timbre. Sentía que si usaba la copia de la llave que él tenía, después de haberse declarado unas horas antes, podría ser inapropiado, tal vez el chico seguía sorprendido y necesitaba algo de tiempo a solas, sin embargo, necesitaba asegurarse de que no se hubiera embriagado de nuevo y estuviera tumbado en el suelo. Además debía de comprobar que Sorata hubiera sido alimentado adecuadamente.

Cuando la puerta se abrió y la figura de Takano apareció, su corazón se sobresaltó. Estaba exageradamente nervioso.

—Hey, sólo pasaba para asegurarme que no estuvieras  tirado en el suelo y para traerte algo de comida de gato.

—Gracias. ¿Quieres pasar?

Yokozawa entró silenciosamente al departamento.
Mientras vaciaba la comida de Sorata en su plato, Takano comenzó a hablarle –Discúlpame, no pudimos comer el pastel que trajiste ayer.

El hombre de cabello negro se congeló en ese instante. Había olvidado sacar el pastel del refrigerador y llevárselo de vuelta. ¡Qué vergonzoso! Dejarlo ahí podría parecer una clase de reproche —No, para nada. Vine sin avisar. No es como si hubieras sabido. De cualquier modo, puedes hacer con él lo que quieras.

—…………….

—Me voy.

—Con respecto a esta mañana…

El corazón de Takafumi estaba muy sensible ése día, y a la mención del tópico su corazón se detuvo.

—No sé si seré capaz de devolver tus sentimientos algún día… pero quiero tenerte a mi lado, eres el único en quien puedo encontrar apoyo… sé que estoy siendo egoísta… —antes de que pudiera terminar de explicarse, fue acallado por un arrebatado beso. Uno muy gentil y amoroso. Fue como si pudiera sentir los sentimientos de su amigo por medio del beso.

Tan pronto como sus labios se separaron Yokozawa lo abrazó fuertemente, no había podido controlarse, el que no hubiera comenzado su explicación rechazándolo ya significaba que tenía una oportunidad, por mínima que fuera, ¿o no?

—Estoy consciente del riesgo que corro. También estoy consciente de que puedo salir lastimado en el proceso, pero es un riesgo que quiero correr… –dijo, acariciando el castaño cabello de su compañero– porque sé que lo vales –.Lo tomó por ambos brazos y posó sus penetrantes ojos grises en él. Masamune parecía tan frágil, y él estaba dispuesto a darle hasta la última de sus fuerzas, después de todo se trataba de su más preciado tesoro. Mirándolo fijamente a los ojos, dijo— Es doloroso ver como desperdicias tu vida, así que, si necesitas tomarte fuerte de algo, no dudes en usarme como base. Se tan egoísta como necesites ser, hasta que puedas mostrarme lo mejor de ti –.De nuevo lo besó, pero a diferencia de la vez pasada, ahora sus lenguas se rozaron. ¿Estaba Takano cediendo ante él? El beso se intensificó, sus ojos hicieron contacto, sus sentidos se aguzaron y sus cuerpos comenzaron a llamarse. Lentamente se dirigieron a la habitación. Yokozawa lo recostó suavemente sobre la cama– Masamune, te amo –y de nuevo se besaron. El miembro de Takafumi despertaba bajo su ropa. Deseaba tocar la piel desnuda de Takano. Besar cada milímetro de su cuerpo.
Poco a poco, el castaño fue despojado de su camisa. Sus pezones, apresados por los dedos de su compañero. Su cuello, atacado con dulces y pequeños besos alrededor. Luego, sus rosados pezones fueron objeto de la ávida lengua de Yokozawa, que jugaba con ellos; de sus ardientes labios que los succionaba a ratos; de sus hambrientos dientes que los mordía gentilmente.
Takafumi se dispuso a despojar al castaño de su pantalón– si quieres que me detenga…

—Está bien.

Los ojos grises saltaron sorprendidos por la compostura de su pareja, mientras que él estaba hecho un manojo de nervios. Takano se incorporó y le sugirió hacerlo juntos. “Tan directo como siempre” pensó Yokozawa.
Sus piernas entrelazadas; sus miradas fijas, una en la otra; sus manos estimulando mutuamente sus penes. El blanco líquido comenzaba a salir después de rato, la irregular respiración se hacía más agitada.

—Masamune, déjame entrar en ti…

Takano se sobresaltó ante la repentina petición, perdiendo la calma por primera vez. Lo consideró por un tiempo antes de finalmente acceder.

Estaba de frente, apoyado en sus rodillas, inclinado hacia Yokozawa, quien tenía sus dedos mojados dentro de él por vez primera. Trató de mantenerse sereno, pero estar nervioso era inevitable puesto que era su primera vez como pasivo.

—Si lo hacemos despacio ya debería entrar –dijo la áspera voz de Takafumi, tratando de sonar lo más suave posible. Después de sacar sus dedos, tomó a Takano de la cadera y lo ayudó a sentarse sobre su miembro enhiesto, deslizándolo delicadamente. Sintió al castaño dar un pequeño salto de dolor, después de todo, estaba algo apretado, pero seguramente sería capaz de albergar su dureza completa. Sus adentros se sentían fantásticos, era cálido y agradable. La vista que la posición ofrecía era fabulosa, también. Conforme los rítmicos movimientos de su compañero se volvieron más fáciles, y conforme frotaba su levantado sexo, la expresión de incomodidad fue desapareciendo.— ¿Se siente bien? —preguntó para asegurarse de no ser el único disfrutándolo, aunque los suaves quejidos que Masamune dejaba escapar y la tenue coloración de sus mejillas no dejaban dudas de que el placer era mutuo.

—¡Y preguntas! Sí… se siente bien… –contestó a media voz.

Respirando agitadamente y con el corazón latiéndole al máximo, Yokozawa dio voz a sus sentimientos una vez más. Se sentía casi como la felicidad misma, el poder expresar su amor mientras estaba dentro de él, mientras sus cuerpos asemejaban uno solo, mientras hacía el amor con él. Sólo una cosa faltaba para alcanzar la felicidad completa: ser amado también. Sin embargo, había esperanza y por el momento, eso era más que suficiente.

Después de que ambos se vinieron, se recostaron abrazados.

—Déjame permanecer toda la noche abrazándote así –le susurró al oído.

Él hubiera adorado pasar de esa manera la eternidad: bañados en la mezcla de su sudor; absorbiendo su aroma; sintiendo los latidos de su corazón contra su piel; sosteniéndolo fuerte, hasta que la muerte los separase.